House Of Cards (T4)

House Of Cards regresa con una cuarta temporada que no ha perdido el ritmo narrativo, que parece solucionar el estancamiento en el que entró la tercera. Kevin Spacey y Robin Wright siguen siendo dos polos magnéticos desde los que captar la esencia de una serie que trata de no perder comba. Estrenada en un ambiente de elecciones presidenciales, con un ave rapaz sin pudor como son el marketing y el discurso de Donald Trump, House Of Cards se contagia del sentimiento feminista (Igualdad), estableciendo los límites con nuevos personajes que recuperan la posición, que desafían al poder vigente y retornan a la lucha contra la hegemonía absoluta del hombre. Vaticina grandes sorpresas, aunque Netflix ha sabido estructurar un primer episodio lleno de ramificaciones por las que entablar la relación que, como en las temporadas precedentes, configuren una historia que navega por sí misma, como el profesor que no emplea la evaluación continua.

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Frente a lo complacido del personaje en la tercera temporada, Beau Willimon, John Mankiewicz y compañía han sometido su adaptación -novela escrita por Michael Dobbs- a un recambio en las piezas del engranaje; el enfoque aburrido e irregular cuando el objetivo se hace latente, se desarrolla hacia la supervivencia en un campo de batalla donde Frank Underwood ha dejado de luchar con su esposa, Claire, al lado, para hacerlo en solitario, contra valores de los que la sociedad americana se está contagiando, y contra los que tiene que tratar de mimetizar su política social. La técnica sigue rompiendo la cuarta pared, sigue vinculando los pensamientos del protagonista con lo que demanda el público, sigue viajando por los condados de Estados Unidos, por los coches oficiales, por los despachos, salas de prensa y redacciones periodísticas. Recupera las distintas perspectivas que empleó en la primera temporada para tejer la historia, para construir los pilares de la credibilidad y el inconformismo estructural. Como Octavio Augusto alcanzó el poder absoluto neutralizando a sus rivales en el Triunvirato para, tras guerras y batallas, acabar muriendo «en manos» de Tiberio, el presidente encarnado por Spacey  paseará por los límites de unas arenas movedizas en las que será la primera dama quien navegue con decisión. Quizá parezca un poco absurdo y por conveniencia la introducción de la diferenciación racial, pero ello supone la evolución de la causa por género hacia una reunión donde la mujer es quien toma las riendas del juego.

House Of Cards Tercera Tenporada Tv Spoiler Alert

El olor a thriller impredecible persiste en un clima de campaña hastiado, que avanza con lentitud, dorando el producto hasta la que se supone Gran Sorpresa de la cuarta temporada. Al modo que The Affair recondujo el rumbo con cuatro lados en detrimento de la bipolaridad, House Of Cards necesita de ese refresco para no caer en la quema de personajes tan emblemáticos que supondría una pérdida referencial como la de Dexter Morgan supuso en Dexter. La dirección vuelve a ser tan elegante como en las impetuosas primera y segunda temporada, de hecho, ella libera a los protagonistas de la presión colocando el foco sobre las nuevas incorporaciones, de manera que deja a la tercera temporada como un puente necesario para la evolución de la trama en el interior de los personajes. Es decir, de la incomodidad y sordidez controladas que genera, se desarrolla hasta llegar a la comodidad de un relato que avanza por inercia, sin embargo, esta vez parece haber más mano de Fincher, de inconformismo y de sutileza. Un testimonio del que volver a disfrutar, en el que entrar a través de las peripecias de Mr. Underwood y con el que vibrar gracias a la escalada de los personajes femeninos.

Sean felices.

2 comentarios en “House Of Cards (T4)

  1. Realmente me gustó bastante la temporada, sobre todo que Claire tomara más importancia a tal punto que quizás traicione más adelante a Frank. Habrá que ver, es guerra literal.

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